Vecindad Internacional, ¿Guerra con Estados Unidos?
Al compartir miles de kilómetros de frontera con los Estados Unidos también compartimos la diversidad de beneficios comerciales y por obvias razones problemas comunes, como el tráfico de armas, narcotráfico y por supuesto la migración.
Hoy nuestras relaciones se encuentran en un punto álgido, complicadas debido al rumbo que está tomando nuestro país con las decisiones y reformas aprobadas durante este sexenio.
La vecindad tiene sus consecuencias y en el mundo globalizado, los problemas traspasan las fronteras y cada nación debe abogar por sus intereses, su seguridad y su soberanía nacionales.
En Estados Unidos se consumen grandes cantidades de drogas como el fentanilo, que se elaboran en México con precursores Chinos. Según el Capitolio, la mafia China blanquea las fortunas de los cárteles mexicanos que obtienen de sus ventas en ese país. La Unión Americana fabrica armas que los cárteles mexicanos compran para sembrar el terror en México y la migración parece más un fenómeno provocado que casual.
La mortandad se ha expandido; están falleciendo más ciudadanos norteamericanos por sobredosis de drogas que soldados caídos en sus guerras. Aquí, miles de mexicanos son asesinados con las armas norteamericanas utilizadas por los narcos y los migrantes mueren en accidentes, quemados o a manos de la delincuencia organizada.
Envolverse en la bandera nacionalista, tras el discurso patriótico del “más si osare un extraño enemigo”, de nada sirve si no se toman acciones contundentes por solucionar estos problemas.
No es una cuestión de espionaje, de intervencionismo o de invasión, son temas de cooperación binacional, tratados internacionales y de acuerdos políticos de buena vecindad. Pero si nuestras decisiones trastocan intereses ajenos o se coopera más con naciones comunistas dictatoriales, es de esperarse que la potencia democrática del norte, reaccione con todo el derecho a cuidar de su frontera y la seguridad de sus ciudadanos.
En la geopolítica, México tiene una posición similar a la de Ucrania o Taiwán respecto a Rusia y China, con la diferencia de que mientras estos países solicitan el apoyo del gobierno estadunidense por la opresión que ejercen las otras potencias sobre ellos, aquí se falsea en la colaboración y se fortifican los lazos con naciones igualmente despóticas, tomando una postura peligrosa que abona más a nuestra inestabilidad nacional que a la tan anhelada libertad soberana.